SAN ISIDRO SANTA TERESITA 225
8 pisos
14 departamentos
255m2 espacio promedio
3 habitaciones
43 estacionamientos privados
16m2 (aprox) de terraza
30m de vista al parque
Termino mi corrida diaria por el malecón, cruzo Jacinto Lara y entro al 225. En el patio dejo el café de Neira, peruano, con ese olor a chocolate y tierra húmeda. También la bolsa de pan fresco de La Chola Dasso. Acabo de volver de Mendoza, de los malbecs y las sobremesas largas, pero extrañaba esto. Extrañaba la rutina.
Subo en el ascensor. En la sala, Rafaella está en el sofá con nuestra hija dormida en brazos. La luz entra entre los brises y se mueve sobre la mesa baja de madera oscura, sobre el cuadro de Gam Klutier, casi en blanco con figuras de pumas o perros, y las piedras hiperrealistas de Claudio Bravo en la pared. Me quedo viéndolas un segundo. Pienso en los perros que llevan piedras en la boca, con esfuerzo pero sin razón. No somos tan distintos. Nos aferramos a pesos que no entendemos. Pero aquí, en casa, todo está bien.
En el patio, sobre la mesa de mimbre, Klara and the Sun. La portada naranja roja brilla con la luz de la mañana. No lo he leído aún, pero hay algo en ese color que me hace detenerme. Entro, Rafaella me mira y sonríe. La rutina nutre porque da espacio. Porque ordena lo que importa.
La casa respira conmigo.
Subo en el ascensor. En la sala, Rafaella está en el sofá con nuestra hija dormida en brazos. La luz entra entre los brises y se mueve sobre la mesa baja de madera oscura, sobre el cuadro de Gam Klutier, casi en blanco con figuras de pumas o perros, y las piedras hiperrealistas de Claudio Bravo en la pared. Me quedo viéndolas un segundo. Pienso en los perros que llevan piedras en la boca, con esfuerzo pero sin razón. No somos tan distintos. Nos aferramos a pesos que no entendemos. Pero aquí, en casa, todo está bien.
En el patio, sobre la mesa de mimbre, Klara and the Sun. La portada naranja roja brilla con la luz de la mañana. No lo he leído aún, pero hay algo en ese color que me hace detenerme. Entro, Rafaella me mira y sonríe. La rutina nutre porque da espacio. Porque ordena lo que importa.
La casa respira conmigo.